21 de marzo de 2009

Ha llegado la primavera !!!...

Con el buen tiempo llegan las ganas de comer más ligero y fresco.
Por eso las ensaladas compuestas son un buen compromiso para cambiar de los estofados de invierno, o de los platos de cuchara calientes.
Tengo una ensalada que hace la unanimidad en la familia, se la comen con delicia los rebeldes a las verduras (¡algunos que otros de mis hijos!).

La llamo la “ensalada campesina”, porque es la típica ensalada que se llevaban antaño los campesinos de mi pueblo, cuando iban a trabajar la tierra todo el día, y que la casa resultaba demasiado lejos para volver a comer a mediodía.


Ingredientes para 4 ó 6:
- 1 lechuga,
- 100 g. de tocino magro,
- Pan duro,
- 1 diente de ajo,
- vinagre de vino, aceite y sal.


Se puede escoger una lechuga Iceberg, Romana o Batavia según guste y que no resulte demasiado blanda, para que las hojas no se “cuezan” o se pasen rápidamente con la vinagreta.

Lavar las hojas de lechuga, escurrir y reservar.
Mientras que se fríen los tacos de tocino o beicon, en una sartén caliente, sin grasa ninguna, untar las rebanadas de pan duro con un diente de ajo, y cortarlas en taquitos.

Sacar y escurrir el beicon, conservando en la sartén la grasa que haya soltado al cocer, y seguidamente sofreír el pan en esta misma sartén.
En una ensaladera grande se aliñan las hojas de lechuga con una pizca de sal y un buen chorro de aceite de oliva, añadimos los tacos de beicon y los de pan frito.
Calentamos 1 ò 2 cucharadas de vinagre de vino, en la misma sartén que sirve para todo, y regamos nuestra ensalada con el vinagre caliente (pero no hirviendo).
Remover con cuidado todos los ingredientes y dejar reposar un momento antes de servir.


Mi secreto:
Suelo añadir trocitos de queso “Roquefort” y preparo esta ensalada, casi una hora, antes de comerla, para que todos los sabores se hayan mezclado.


14 de marzo de 2009

Estoy triste !


Hoy, hace un mes que no he actualizado mi blog!

Pero estoy triste, muy triste, porque he tenido que despedirme de mi gatita "Némesis".
Algunos pensaran que “solo era un animal y no hay para tanto!".

Sin embargo, otros sabrán que no se convive con un gato, o un perro, durante 20 años, sin que deje “huella”.
Némesis tenía 19 años, y tuvimos que “dormirla” para siempre, a gran pesar de toda la familia.
Todos recordamos esta bolita de pelo blanco, que entró en nuestra familia a sus 2 meses, se escondía dentro de los zapatos de mi marido y saltaba encima de las rodillas para mordisquearnos la barbilla, y luego dormirse en nuestros brazos, ronroneando más fuerte que un motor diesel!
Os contaré más cosas otro día, ahora no puedo...